La
muralla: papel del que no calla
Por: MARÍA ANDREA
PEÑALOZA ROMERO
Comunicación Social Universidad Sergio Arboleda
El graffiti es una manifestación cultural,
social y comunicativa que está presente y se involucra de manera
activa en el ambiente metropolitano. Por eso es una
necesidad indagar sobre su presencia y su función como elemento
que expone una idea, una imagen y una concepción de mundo.
Alrededor del graffiti se teje una cultura y un modo de ser que
no puede pasar desapercibido por una persona interesada en
teorizar y observar los fenómenos comunicacionales existentes en
la cotidianeidad del lugar donde se desenvuelve. No por el hecho
de ser gratuitos, anónimos y “callejeros” pueden dejarse de lado
ya que son una expresión cultural que hace parte de la
comunicación humana y desempeñan una importante labor en la
construcción de identidad citadina.
Muchas de las paredes de la ciudad están llenas de escritos que,
para algunos, son una ofensa o un manchón que daña y contamina
la estética urbana. Esta concepción nociva y negativa del
graffiti data desde 1541 cuando Cortés, un conquistador español
que llegó a México, publicó un aviso que decía “Pared blanca,
papel de necios”, que posteriormente derivaría en “papel de
canalla” .
Pero en lugar de ser ofensivos o dañinos, se trata de
mensajes elaborados que tienen sentido y plasman una ideología
y una posición definida frente a las condiciones del mundo, del
entorno y de la realidad. De acuerdo con esta última noción, se
entiende que el graffiti cumple una función comunicativa que
expresa el pensamiento y la forma de ver el mundo de la persona
que lo traza en un mural. La pared, como la hoja en blanco, es
el medio a través del cual se hace visible la palabra que
pretende emitir un mensaje de cualquier naturaleza.
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